¿Por qué tantos propósitos de Año Nuevo no se cumplen?
1. Porque se trata de un proceso de cambio, no de
un acontecimiento súbito. Puedo decidir que el uno de enero haré una pajarita
de papel, pero nadie “deja de fumar” de repente. Cuando un ser humano quiere
cambiar algo, lo primero que tiene que hacer es el modificar su propia persona
a través de dos vías simultáneas:
o
Interna: a través de sus actos y sus palabras (por
este orden) de forma que sean coherentes con el propósito en cuestión.
o
Externa: manteniendo la distancia con las situaciones que necesita cambiar (eso incluye a personas, lugares y actividades; ciertamente es la parte más difícil).
2. Porque todo cambio forma parte de un
proceso negociador; en este caso, el “buen propósito” es en realidad una
negociación entre el Yo Presente y el Yo
Futuro (Autonegociación), con lo que se pasa por alto la eventualidad de que uno de los dos traicione al otro.
3. Porque la fecha es inadecuada. El primero de Año, así como el resto de días
festivos, es una fecha clave cuyo significado social es único y se encuentra compartido
por millones de personas. Si se elige precisamente ese día para el inicio del cambio,
estaremos diluyendo el contenido real de nuestro propósito en un descomunal
recipiente simbólico. Eso hace que nuestro proyecto se convierta en una
insignificancia en comparación a lo que la fecha representa.
4. Porque esos propósitos no se acometen con la mentalización
adecuada. La decisión del cambio se suele tomar a lo largo de las fechas anteriores
más próximas a la Nochevieja, con un tempo
vital distinto al del resto del año; al volver al modo de vida habitual, el efecto del deseo del cambio se desvanece.
5.
Porque "propósito" no es igual a "compromiso". Es algo que se puede
abandonar en cualquier momento sin que se hunda el mundo.
Etimológicamente, propósito indica cualidad de intención, no es
una propuesta propiamente dicha, un proyecto con sus etapas y sus
controles parcliales de cumplimiento.
Obviamente,
cada persona puede y debe añadir sus propios motivos particulares, pero
las posibilidades de que los "propósitos" se conviertan en "decisiones
de cambio" aumentarán considerablemente si se siguen estas sencillas tres reglas:
PRIMERA:
Conocer y reconocer los propios valores y defectos. Establecer metas
realistas en función de nuestro potencial actual, no de nuestro
potencial futuro. Si no es el momento, entonces esperar activamente,
siempre en busca de nuestro Mejor Yo.
SEGUNDA: Que no sea la fecha la que decida el plan de cambio, sino el convencimiento de que se dispone de una voluntad decidida de llevarlo a cabo. Eso exige una mentalización previa acorde con la magnitud del cambio deseado (la previsualización diaria no sólo de la meta, sino de las etapas, será de gran ayuda).
SEGUNDA: Que no sea la fecha la que decida el plan de cambio, sino el convencimiento de que se dispone de una voluntad decidida de llevarlo a cabo. Eso exige una mentalización previa acorde con la magnitud del cambio deseado (la previsualización diaria no sólo de la meta, sino de las etapas, será de gran ayuda).
TERCERA:
Que se haga a través de un compromiso firme. Ejemplo: es más fácil
aprender otro idioma siguiendo un curso, presencial o a distancia, que
nos exigja comprometernos en hacer ejercicios, asistir a clase, hacer
trabajos en equipo, etcétera, antes que decir que "cada día" vas a
estudiar "un poco".